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miércoles, 8 de junio de 2016

El Control de Esfínteres

El control de esfínteres no se aprende. Se adquiere cuando el niño está maduro para ello. Caminar, hablar, comer, son funciones que se adquieren, cuando los niños están lo suficientemente maduros. Son adquisiciones paulatinas, lentas, que llevan mucho tiempo.

Aunque la estimulación puede influir en algunos niños, lo cierto es que todos intentarán caminar alrededor del año, comer alrededor de los 6 meses, y controlar esfínteres entre los 2 1/2 y 3 años. No hay ningún apuro, puesto que la edad para comenzar a hacer todas estas cosas, no tiene relación alguna con el desempeño posterior en la vida adulta, y a nadie le van a preguntar en la universidad, a qué edad aprendió a caminar. Los adultos deberíamos preguntarnos qué nos pasa que estamos tan apurados por conseguir logros en nuestros hijos.

Al haber fijado como "normal" la edad de 2 años para el control de esfínteres, nos hemos creado un problema y sobre todo, se lo hemos creado a nuestros hijos.

Bien entrada la segunda mitad del segundo año de vida (o sea, después del año y medio), algunos bebés pueden empezar a darse cuenta cuando tienen sucio el pañal, e incluso a saber cuando "se lo están haciendo". Este es un lento proceso que puede llevar alrededor de 2 años más, desembocando en el control de esfínteres.

Es frecuente escuchar a las mamás excusando a sus hijos que se lo hicieron encima, diciendo "estaba tan entretenido jugando, que se olvidó", o preguntando millones de veces antes de salir de cada lugar, si quieren hacer pis, o limitando la ingesta de líquidos a la noche para que aguante sin mojar la cama. Cuando el control de esfínteres está adquirido, estas escenas son infrecuentes. A los adultos y a los niños mayores no nos ocurren estas cosas.

Aprovechar las vacaciones de nuestros trabajos para quitar los pañales es una conveniencia de los adultos. Así aprovechamos con el niño de un año y medio, con el de 2, con el de 2 y medio indistintamente.

Perseguimos entonces a los niños incansablemente preguntándoles si tienen ganas de hacer pis, les tocamos las ropas, los sentamos en el inodoro sin ganas, e invertimos preciosas horas en comunicarnos en esta nueva escala de valores donde lo más importante, lo que pone feliz o triste a mamá, es "si me lo hice o no me lo hice". Hoy en dia, con los pañales desechables, con lavadoras automáticas, no hay motivo alguno para apurar los procesos evolutivos de nuestros hijos. Algunos podran controlar temporalmente esfínteres, cuando todos estamos de vacaciones, y tienen a mamá todo el día consigo, pero al comenzar las clases, las exigencias, las separaciones, vuelven a "retroceder", dejando en claro que aún no pueden ocuparse de controlar esfínteres en situaciones donde están frágiles emocionalmente.

¿Qué nos pasa a nosotros?

Los adultos no hablamos entre nosotros de pises y cacas. La etapa de adquisición del control de esfínteres de nuestros hijos, nos enfrenta con muchas cosas que quizás nos cuesta ver: el placer de los niños al poder decidir casi por primera vez, si retienen su pis o su caca, y hacerlo donde y cuando lo desean; la delimitación de una zona de autonomía, de la cual quedamos excluidos. Es un espacio de poder, donde son ellos quienes deciden y les causa placer estrenar esta capacidad de hacerlo por si mismos. Nos cambia radicalmente de lugar: aquí no podemos ordenar, ni forzar, ni apurar las cosas. Cada uno lo hace cuando quiere. Nos incomodan ciertos placeres de nuestros hijos: la succión, la masturbación (mi hijo no!!!, jamás!!!) las conductas autoeróticas, y nos incomodan tanto que arremetemos contra ellos, en lugar de volver sobre nosotros mismos a ver qué nos pasa.

De día y de noche

El control nocturno merece un capítulo aparte. Aunque un niño controle esfínteres durante el día, pueden pasar aún muchos meses más hasta poder hacerlo por la noche. Usualmente se dice que luego de varias noches con el pañal seco, el bebé está listo para dormir sin él.

A la hora de pensar en esto, es importante tener en cuenta que:
  • El niño debe estar de acuerdo y saber exactamente qué está ocurriendo, qué se espera de él ("como hace varias noches que no mojas el pañal, ¿te gustaría probar dormir sin él? Te pondré un plástico debajo de la sábana para que no te preocupes si te haces pis, y probaremos. Si no quieres, probamos más adelante").
como todo proceso, el control de esfínteres no es algo lineal, sino que habrá muchos avances y retrocesos. Esto es parte de lo esperable, y lo más importante es que nuestros hijos sepan que los acompañamos en este proceso y lo esperaremos todo lo que haga falta.

En cualquier orden de la vida, el reforzamiento positivo es beneficioso ("qué bien lo hiciste, estoy orgullosa de ti", "casi llegamos al baño esta vez, la próxima será mejor aún"). Bajo ningún concepto es aceptable que retemos al niño, que lo humillemos, que lo ridiculicemos. 

Doble mensajes

Una pregunta muy frecuente en las mamás que consultan, es que temen darle un doble mensaje a su hijo si le vuelven a poner pañal una vez que se lo han quitado.

Siempre se puede volver atrás. Los papás consultan atemorizados porque su hijo se ha vuelto "regresivo". No se puede hablar de regresión en un niño de 2 ó 3 años, porque no se puede regresionar a un lugar del que nunca se ha salido.

Otra preocupación muy común es la de los mensajes contradictorios. Personalmente creo que damos tantos mensajes contradictorios a nuestros hijos todo el tiempo. Es común que lleguen al consultorio chicos con un diagnóstico de enuresis secundaria (que quiere decir que se hacen pis o caca luego de haber adquirido  el control de esfínteres), cuando en realidad, indagando invariablemente son chicos a quienes se les ha "sacado el pañal" demasiado pronto, y nunca han adquirido verdaderamente el control de esfínteres. En estos casos, sin importar la edad de quien consulta, la solución pasa por volver a usar el pañal, por el tiempo que sea necesario, sin vivirlo como algo humillante, como un retroceso o como un castigo, sino simplemente entendiendo que esta función debe terminar de adquirirse, y como adultos, acompañaremos todo el tiempo que haga falta.

Algo comenzará a cambiar cuando dejemos de decir "le saqué la teta, le saqué el pañal, le saqué de nuestra habitación", y podamos tener la paciencia suficiente como para esperar a que sean ellos quienes nos indiquen el camino a seguir.

María Paula Cavanna
Lic. en Psicología.

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