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jueves, 16 de junio de 2016

Poner límite a nuestros hijos


 "Eso no", "Basta" o "No hay más". Son frases que a los padres les resulta cada vez más complicado decírselas y sostenerlas frente a sus hijos y bancarse por un rato ser el "malo de la película".

Los especialistas coinciden que en los hogares hay crisis de autoridad: mamás con culpa que trabajan mucho tiempo fuera de la casa y papás flexibles que ahora cumplen funciones que históricamente eran de las mujeres; bañan a los chicos, los llevan al colegio o a un cumpleaños.

Por eso, en algunos hogares hay chicos que tienden a ser una serie de "reyes tiránicos" a quienes les enseñan sus derechos pero, a veces, no les hablan de sus obligaciones. "Son máquinas de pedir y exigir", es la queja más escuchada entre los padres de chicos de 2 a 10 años.

¿Cuántos gustos hay que darles a los chicos y con cuánta fuerza decirles que no?

La problemática que afecta sobre todo a las clases media y alta, aparece con más frecuencia en los consultorios de los especialistas. Incluso, en tiempo de clases, los maestros también le piden a los padres que pongan límites en sus casas. El año pasado, hubo jardines de infantes y escuelas que organizaron talleres de padres para que un psicólogo aborde el tema.

¿Por qué sucede esto?

Psicólogos infantiles, sociólogos y pediatras consultados por el diario Clarín explican que estas dificultades en la crianza responden a distintas razones culturales y cotidianas, que van desde las familias ensambladas y las creencias equivocadas sobre crecer en libertad, hasta la variedad de orientaciones pediátricas y médicas que existen sobre la alimentación, el sueño y el momento de dejar los pañales.

"En los hogares hay crisis de autoridad: la mamá que trabaja no tiene ganas de discutir con los chicos y siente culpa por el poco tiempo disponible, mientras que la figura paterna se flexibiliza porque ahora asume más actividades asociadas con el cuidado de los chicos", señala la psicóloga Ernestina Rosendo.

"No es sólo un problema de límites: se cayeron los modelos", advierte el doctor Enrique Silinger, de la Sociedad Argentina de Pediatría. "A los pediatras se nos hace cuesta arriba porque nos encontramos con padres que no saben construir autoridad en la pareja y no saben construir opinión frente a sus hijos. Las parejas tienen un proyecto económico pero no construyen familias".

La psicóloga de familia, Haydeé Toronchik, observa que los chicos viven en un mundo en el que los adultos están confundidos entre qué es democrático y qué es autoritario. "Cuando un papá pone límites primero tiene que ponérselo a sí mismo. Un NO sostiene con todo y no siempre los papás están dispuestos a poner lo que se necesita; constancia, sufrimiento, esfuerzo y hasta su propia frutración. Decir SI es más fácil y menos doloroso".

Norma Najt, profesora de la carrera de Psicología de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP), cuenta que cuando se habla de poner límites "hay padres que se enojan y creen que es un maltrato para sus hijos. Eso me dijeron algunos papás hace poco en una reunión de un jardín de infantes de La Plata".

La especialista explica que, en lugar de enojarse, "los padres deben hacerse cargo de la necesaria asimetría que requieren la crianza y la educación. Si, en cambio, sólo ponen énfasis en la independencia y la libertad del niño, los adultos asumen una actitud facilista y evitan tomar decisiones".

De nada sirve las recetas ni las fórmulas. Por el contrario, la puesta de límites es una construcción que se hace día a día. "Tiene que ver con la convicción que los padres y las madres tienen respecto de lo que quieren de sus hijos y de ellos mismos. Es decir, de la familia que quieren construir", concluye Silinger".

Algunos consejos:

hay que poner límites sin violencia: enviarlos al cuarto, dejarlos sin ver a los amigos o sin salida, prohibirles la tele, la compu o algo que les guste, darles tareas extras o tareas hogareñas. Sobre todo mostrarles, a través del diálogo, que están equivocados.

Los chicos tienen que conocer lo que está permitido y lo que no; los límites contribuyen a su maduración psicológica. Hay que ponerlos con firmeza y ternura, ejerciendo una autoridad: decir no y sostenerlo. "Se debe hacer desde la jerarquía de padres: no son amigos de sus hijos", advierte Norma Najt, psicoanalista de la UNLP, especialista en niños.

"A veces los padres tendrán que replantarse cómo educan a sus hijos porque la misma receta no sirve para todas las familias", dice Adriana Ceballos, psicóloga social de la Universidad Austral.

Fuente: Nota del Diario Clarín. 17 de Enero de 2008.

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